Los viejos locales de ensayo de la calle Amorós
Sí, Amorós 17 existió, y algunos aún lo recuerdan. Los que nos conocéis sabéis que hemos estado mucho tiempo trabajando para construir y mejorar Locales de Ensayo Madrid – La Perrera, muchas horas, días, meses, años. Mucho trabajo dedicado a un fin; crear unas salas de ensayo que se parecieran lo menos posible a los viejos locales de la calle Amorós, en Madrid. Y echando un ojo por internet nos ha resultado imposible encontrar nada acerca de ellos, de manera que bien ganado tienen este post.
A principios de los años noventa no abundaban las salas de ensayo en la ciudad. Lugares como Rock Palace o Tablada ya eran legendarios por aquel entonces, Ritmo&Compás tardaría unos años en inaugurarse, y el barrio de Carabanchel comenzaba a alumbrar locales de ensayo variopintos (a día de hoy seguramente sea el barrio de Madrid con mas negocios de este tipo por metro cuadrado). Independientemente de su calidad (unos mas, otros menos) a todos nos parecían auténticos paraísos, lugares en los que podías hincharte a hacer ruido con mayor o menor fortuna (nuestro nivel de exigencia era parecido a nuestro nivel musical). La primera vez que pisamos los locales de ensayo de Amorós 17 (nunca tuvieron un nombre corporativo propio) para ver el ensayo de los StareAquiMismo, también nos parecieron un paraíso, aunque venido a menos. Cerca del metro de Diego de León se levantaba un pequeño y viejo edificio de dos plantas con las ventanas tapiadas que daba cobijo a uno de los lugares mas extraños que hayan existido. En las dos
plantas se repartían una sala de grabación, unos diminutos baños y seis salas de ensayo «equipadas» con artefactos paleolíticos (léase amplis y baterías) con decenas de años a sus espaldas.
- Las puertas: Puertas normales de una casa normal, con pomos de puerta normal. Eso sí, sabiamente forradas en moqueta grapada por las dos caras. Mucha roña. Si alguno se pregunta si el sonido se escapaba, la respuesta es sí, mucho. Como dato surrealista, decir que los locales tenían repartidos al azar los números 1, 3, 5, 6, 8 y 9, cada uno de una tipografía diferente como si procedieran de robos a portales.
- Suelos y paredes: Suelos de fría baldosa y paredes forradas en moqueta gris (desconocemos su color original). La suciedad de las paredes daba bastante miedo, pero el suelo de baldosa aportaba unas mínimas ilusiones de que alguien lo habría fregado alguna vez. En las paredes, por supuesto, los peores grafittis que haya visto el ojo humano.
- Horarios de ensayo: Tres a elegir, ya que los paquetes eran cuatro horas o cuatro horas (la última tarifa que recordamos, 2.000pts las cuatro horas). El turno de 10 a 14h, un turno difícil para que los miembros de la banda llegaran a tiempo y/o sin resaca. El turno entre las 14 y las 18h, que requería comer allí (con grave riesgo para la salud). Y el turno golfo, de 18 a 22h, donde la mayoría de las bandas iban provistas de mucha, mucha bebida.
- Equipo de sonido: El equipo generalmente estaba formado por; ruinoso ampli de bajo que generalmente cogía emisoras de radio, ruinoso ampli de guitarra que en la mitad de los casos daba descargas eléctricas;
un segundo ampli de guitarra para enchufar el micrófono del cantante; y una batería al azar (por supuesto, frankensteinizada a partir de muchas otras). Mención aparte merecen los pies de micro, carentes de pinza para enganchar el micrófono, pero con un turulo de cinta adhesiva marrón solidificada que
servía como sujeción. El talento del dueño en el manejo de la cinta de embalar era tan elevado que es posible que nadie haya igualado aún esas proezas. Eso sí, cuando se corría el rumor de que una de las salas tenía una batería un poco menos espantosa que las de las demás salas, ese local veía saturada su demanda durante meses. - Cuarto de baño: Era cojonudo, fresco y había hojas de seda para limpiarse. Pues no. Qué va.
- Propietario: En muchos casos los propietarios de los locales de ensayo no se dejan ver nunca por sus negocios, o no tienen trato con sus usuarios. En este caso el tío estaba siempre allí, y no se le puede acusar de falta de interés por el negocio, ya que en ocasiones llegó incluso a prestarnos equipo para algún bolo (por ejemplo, para completar ese aborto de batería que tenían en la sala AlLab´Oratorio) platos incluidos.
Pocos datos fiables se conservan de él, ni siquiera su nombre (varía de Oscar a Pepo) o su nacionalidad (entre brasileño y paraguayo), pero todos recordamos que tenía una foto firmada de Paco Clavel en el mostrador. - El aire acondicionado: No sabemos como ocurrió, pero de repente la modernidad llegó un año a los locales de Amorós. De la noche a la mañana, todas las salas tenían un split de aire acondicionado. Fue toda una revolución, aunque como las habitaciones no disponían de ventilación alguna, el ambiente continuaba siendo igual de mortífero pero un poco menos asfixiante.
Por desgracia no se pudo disfrutar muchos años de esas mejoras. La especulación alcanzó la zona y el edificio fue derribado en 2002, trasladándose la acción a un remoto rincón de Cuatro Vientos. Actualmente el espacio lo ocupa el edificio de la calle Eraso 41, y cada vez que pasamos por allí no podemos evitar recordar con nostalgia los viejos Locales de Ensayo de la calle Amorós. Como despedida os dejamos este dibujo que vimos hace tiempo de crappula blogspot.com y que nos pareció acertado y atemporal.
Amorós fue un lugar diferente y especial. Un sitio donde los amigos tocaban o intentaban tocar, pero sin duda nunca olvidaré los momentos que pase allí. Ya era hora de que alguien se acordara de estos míticos locales de los noventa. Eran muy HEAVYS. Si no morías electrocutado, podías tomarte una cerveza tranquilamente mientras escuchabas la radio que salía de los amplificadores. Sin olvidar que el dueño era un maestro del celo, el primero entre ellos. Todo estaba forrado con celo, y se mantenía en pie. Amorós, que gran lugar.
ooou yeah!! yo ensayé alli muchos años con mi grupo UItopia y luego Aurelius Wankers!!! Me he partido de risa leyendo esto. Gracias a los que lo escribisteis. Genial el detalle de la foto de paco clavel!!! jajajaja brutal.
Aunque se os ha olvidado comentar el local que servía de almacén donde a veces guardabamos cosas y de donde el dueño, cuando le decias, se ha jodido la caja o cualquier cosa, entraba dentro te la dejaba y luego se la devolvías. Si alguna vez entrasteis en el era lo mas parecido a un cementario de coches, pero con instrumentos.
Sin duda era el maestro del celo. todo estaba que se cais y se mantuvo así mucho tiempo.
También habia unos muy guapos en el antiguo «jardin de sala» Un vivero de plantas en un descampado de mala muerte. recuerdo llevar alli los amplis a mano en en autobus 53…que grande. ese era anterior a los de amorós y estaban una calle más arriba…quien ha visto la zona y quien la ve. madre mia que cambio.
Luego pasamos a ritmo y compás, scoobydoo, urban factory….y ahora box in box…menudo cambio!!
Un abrazo a todos los perros de «la perrera»
Gracias a todos por la buena respuesta que ha tenido el artículo, a Blanca L. Guisado por los datos aportados y a Sara Lorenzo por pasarnos esa foto de la fachada de los locales de ensayo de Amorós 17. Somos unos petardos nostálgicos.
Comentaba Javi el tema de llevar los amplis en el autobús, desde casa. Recuerdo a cierto guitarrista que se sentaba en el amplificador en Francisco Silvela hasta que llegaba el bus, hasta que una vez se levantó como si nada y se subió al bus dejándoselo olvidado en la parada. Un dolor.
Muy bueno, hay muchos agujeros en madrid que se merecerían un monográfico tan completo
Inolvidables. En la zona de Opera habia tambien unos locales de ensayo por horas, con un equipo tambien muy malo, en un extraño sotano abovedado qur se inundaba de vez en cuando, pero no recuerdo como se llamaban
Brutal!! Amorós, mi primer local de ensayo y el único durante mis primeros 4 años tocando. Cuando fui por primera vez a otro local, aluciné al descubrir amplis que sonaban bien, pies de micro enteros, y un ambiente respirable.
Mucha nostalgia y recuerdos al leer el post. Muchas gracias!
Mis primeras 16 horas (4 ensayos de 4 horas) de batería fueron en esos locales. Los parches de la bate estaban «reparados» con cinta de embalar. Incluso creo que el el doble baipás coronario del dueño llevaban cinta de embalar. Pero mira, he ensayado en otros sitios y ninguno lo recuerdo con más cariño. ¿Y qué decir de las fotos de famosillos de la entrada, con Paco Clavel a la cabeza?
Amorós 17 fue mi primera sala de ensayo, antes de pillarnos un local en aquel también mítico Ritmo y Compás. Íbamos toda la cuadrilla a apiñarnos en aquellas salas sin ventilación. A fumar porros y a beber vino mientras hacíamos nuestras primeras versiones, y algún que otro tema propio. Recuerdo los parches de la batería remendados con cinta aislante y americana. El ambiente cargado, y el sudor a chorros. Aquellos eran los buenos tiempos. la juventud y la autenticidad de aquellos días ya nunca volverá. Nunca entendía qué hacían esos locales en aquel esquinazo mal rematado de la ciudad. Ahora vivo fuera de Madrid, y cada vez que voy de visita, de paseo por el barrio, veo aquella esquina, y miro una vez más al pasado a través de esas imágenes que me vienen a la memoria cuando paso por la puerta. Amorós 17. Era como si no existiese en realidad. Como si nunca hubiese estado allí. Cada vez que lo recuerdo, me sorprendo de que fuese real. Será la distancia, y los 31 años que han pasado desde que íbamos allí a pasar las tardes y a disfrutar de la música.